sábado, 27 de noviembre de 2010

Una tarde voluntaria

Ayer gané una amiga, se llama Marta, es discapacitada intelectual, tiene 19 años y le encanta la PSP, Harry Potter, Fran Perea y Fernando Alonso. Tuve la ocasión de conocerla participando en una tarde voluntaria para enseñarle a ella y a sus compañeros a navegar por internet y desde luego que fue una tarde entrañable y divertida.

El momento del encuentro fue curioso. Dos grupos, por un lado adultos que nunca habían estado con estos chicos y por otro ellos que no nos conocían.

Estábamos esperando en la sala de una gran empresa, unos frente a otros, sin saber qué decir y de repente uno de ellos con una voz muy aguda dice: "Me habíais dicho que iba a ir a la bolera y yo quiero ir a la bolera". Nos reímos y le dijimos que lo haríamos otro día. Y él, todo compungido, nos preguntaba en qué parte de ese espacio se podía pegar un puñetazo. Más risas y caras de no saber qué decir.

Cuando llegamos a la sala donde íbamos a "impartir" las clases perdieron toda la vergüenza y visto y no visto se habían sentado en frente de sus pantallas. Nosotros no sabíamos con quién sentarnos y yo me quedé mirando a una jovencita pecosa con ojos intensos que me miraba continuamente. Me acerqué a ella y le pregunté que si quería que fuera su monitora y me dijo que sí, muy convencida. Nos sentamos y comenzamos a navegar por internet, aprendió a buscar su casa, a comprarse el coche de Fernando Alonso, a buscar una canción de Fran Perea y descubrimos que si ponía en el navegador mi nombre aparecían unas fotos muy chulas.

Al salir de la clase nos fuimos con ellos a ver "La bella y la bestia" en 3D. Estaban emocionados, Marta ni siquiera se echó hacia atrás en su butaca en ningún momento. Mantenía su cabeza erguida y con una cara de alucinada que no sabría explicar, todo ello mientras comía sus palomitas lentamente, paladeando la película a la vez. Me gustó su expresión y aunque yo había visto la película muchas veces con mis hijos, esta vez fue diferente, porque la vi con ella y fue su primera vez.

A la salida todos estábamos confusos, nos teníamos que despedir e hicimos alguna broma con ellos, un chaval repetía "Como vivo! como vivo! sois magníficos los trabajadores de esta empresa, nos cuidáis y tratáis muy bien".

Otro chaval decía que éramos las mujeres más guapas que había visto nunca y quería que fuéramos sus novias, todas, para siempre. "Qué mujeres tiene esta empresa!!" repetía, mientras aseguraba que nunca nos olvidaría.

Marta no se separó de mi en ningún momento, me agarraba por el brazo y estaba muy contenta y feliz. Yo sigo sonriendo cada vez que la recuerdo...