martes, 23 de marzo de 2010

Las venas del profesor Gago

Retrocedamos al colegio, retrocedo tanto tanto que me encuentro en una clase donde hay mesas corridas, de esa clase recuerdo solo dos cosas, una de ellas que estuve sentada en la primera fila y la sensación que tenía era genial, luego me di cuenta de que si te portabas bien esa fila era la mejor. No recuerdo que estuviera en esa mesa mucho tiempo, tenía 6 años.

La otra cosa que recuerdo es a mi profesora preguntándome cuantos años tenía mi madre, y yo como mi mamá era la más lista, la más guapa y la que tenía toda la razón, le dije a la profesora que mi mamá tenía 18 años, cosa que era cierta ya que mi propia madre me lo había dicho. Al día siguiente mi mamá vino a hablar de cosas de mayores con la profesora.

Con el tiempo cumplí años, seguí asistiendo a clase, a otro colegio y comencé a tener conciencia de lo aburrido que podía llegar a ser el día a día. Mi madre, que ya no era tan guapa, ni tan lista y desde luego ya no sabía toda la verdad, fue un día a ver a mi profesora para hablar de mi caligrafía. Desde ese día mi madre piensa que soy una vaga redomada, ya que el interior de mi cuaderno estaba lleno de lineas de escritura con trayectoria descendente. Tenía 11 años.

Un par de años mas tarde el aburrimiento era tal que no consigo recordar nada de nada, excepto las venas de mi profesor de matemáticas. Me sentaba en primera fila y en cuanto entraba en clase se arremangaba el jersey, camisa o lo que llevara y yo automáticamente me quedaba hipnotizada con las venas que le cubrían el antebrazo, luego supe que debía tener mala circulación, pero sus venas hicieron que no tuviera nunca una buena base en matemáticas, algo que me ha marcado de por vida.

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